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viernes, 2 de septiembre de 2011

Caso Keryac: Nuevo Testimonio Reptil desde México .-

jueves 1 de septiembre de 2011

A continuación, un nuevo Testimonio Reptil que nos llega desde México. No tenemos pruebas de que esta increíble historia sea real, pues el autor de los mensajes que vienen a continuación, no tiene esas pruebas que lo respalden, así que lo dejamos al criterio del lector.

Por mi parte, sólo puedo decir que el relato me parece sincero, y sin otro ánimo que el de desahogarse compartiendo una historia que pocos estarían dispuestos a creer y aceptar. También que quien me ha enviado estos mensajes, ha usado más de un correo para hacerlo, como si realmente buscara proteger su identidad. Y, por último, que los textos originales estaban realmente mal escritos desde el punto de vista ortográfico, por lo que tuve que hacer múltiples correcciones; así que yo descartaría la hipótesis de alguien que trata de promocionarse como novelista, o algo así.


PRIMER MENSAJE

Tengo 23 años. Soy mexicano. Me gustaria mantener en secreto mi ubicación exacta.

Hará cosa de tres años, yo estudiaba psicología en la universidad. Por razones de dinero, tuve que dejar mis estudios temporalmente. No habían pasado ni tres días de que abandonara mis estudios, cuando escuché a mi madre teniendo una conversacion por teléfono. Ella hablaba con un hombre. Por más que quise, no pude soportar la curiosidad, y empecé a espiarla desde el teléfono de la cocina.

No alcancé a escuchar mucho, pero por lo que entendí, supuse que ese hombre era algún ex novio de mi madre, o algo por el estilo. Ella le decía que no se lo podía llevar. Nunca dijeron qué era, pero el insistía en que se lo llevaría para someterlo a alguna clase de pruebas. No le di más importancia al asunto, y con cuidado colgué el telefono, sin que se dieran cuenta (o al menos eso creía yo).

Esa misma noche, como a las 23:30 horas, estaba en mi cuarto del segundo piso de la casa donde vivia. Por alguna extraña razon, la conversación que había escuchado por teléfono, me mantuvo despierto. Después de meditarlo un buen rato, decidí escuchar un poco de música, tomé mi reproductor, me puse los audífonos y escogí algo de música clásica. Pensé que la música me calmaría y haría que el sueño me llegara más rapido.

En eso, como a los cinco minutos de haber puesto la musica, mi reproductor empezó a fallar. La música se cortaba de repente, y la pantalla se apagaba y encendía sola. De súbito, la musica se detuvo. Pensé que la batería se había acabado y lo guardé. Me levanté de la cama, y me dirigí al baño. Cuando llegué, intenté encender la luz, pero ésta no respondía. De hecho, nada electrónico o eléctrico de la casa respondía. Me asomé por la ventana para verificar, y el apagón era general en todas las casas de los alrededores, o al menos en las que alcanzaba a ver desde la ventana. Decidí acostarme de nuevo e intentar dormir.

No supe cuanto tiempo fue, pero estuve dormitando un buen rato. De pronto, una luz iluminó mis párpados por fuera. Entonces, yo pensé «regresó la luz», y abrí los ojos para confirmarlo. Para mi sorpresa, cuando abrí los ojos, podía ver el cielo. Intenté voltear a los lados, para ver que estaba pasando, pero no pude. Fue como si la luz me paralizara: lo unico que podía mover eran mis ojos.

En ese momento, pude ver lo que producía la luz: era un enorme triángulo, con luces abajo, una en cada una de las esquinas de la cara inferior; y en el medio de ellas, se podía apreciar lo que parecía ser una escotilla enorme, casi del tamaño de un auto. De ella salía la luz que me atraía hacia el objeto. Cuando estube apunto de entrar por la escotilla, pude notar al menos cuatro siluetas. Éstas parecían ser de hombres cualquiera, pero tenian una estatura muy grande (calculo que de unos 2.70 ó 3 metros, mas o menos).

Al estar exactamente a la altura de la escotilla, la luz se hizo mas intenza. Cuando se apagó, pude sentir que algo tocaba mi espalda. En ese momento, lo que me paralizaba se detuvo, y me pude mover de nuevo. Al girar la vista, me supe rodeado de lo que (a mi parecer) eran como cocodrilos gigantescos, parados sobre sus patas traseras. Ellos me veían directamente a los ojos, y después hablaban entre ellos en idioma extraño. Jamás había oído algo como eso. Parecían algo así como gruñidos (pero yo juraría que era un idioma bien estructurado).

De pronto, uno de ellos se me acercó, puso su cara cerca de la mía (aproximadamente como unos 30 cm.) y pude ver de cerca sus ojos. ¡Dios! ¡Jamás olvidaré esos ojos! Unos enormes ojos amarillos con una pupila alargada de arriba a abajo. Parecía tener una membrana nictitante como los cocodrilos de la tierra. Ellos parecían tener interes en mis ojos. De repente, me dejaron asombrado, pues uno de ellos me habló en perfecto español, y me dijo:

—Sígueme, hermano. Tenemos que revizarte.

No sabía a lo que se referia cuando me dijo hermano, pero decidí seguirlo (tal vez por miedo a lo que me pudieran hacer, si no les obedecía).

Me llevaron caminando por un extenzo corredor, tan largo como tres campos de fútbol juntos, lo que me pareció extraño, ya que por fuera, el objeto no se veía mas grande que la extención de mi casa. Al ir por el corredor, no pude evitar mirar a los lados: pasábamos por muchas ventanillas, detrás de las cuales, se podían ver a más de estos seres, haciendo cosas muy diversas. El ser al que iba siguiendo, no hablaba.

De pronto llegamos a un lugar en el que había un enorme círculo dibujado en el piso. Él se paró dentro y me dijo:

—¿Qué esperas para pararte en el?

Entonces yo me paré en el interior del piso. El ser cerró los ojos por un instante, y el círculo se encendió: de repente, una luz salió del piso y empezó a elevarnos. Esa cosa dibujada en el piso era un elevador. Cuando estábamos de camino a donde quiera que me llevaban, el ser me miró, y dijo:

—Me sorprende que a esta edad seas capaz de controlar tu piel.

Yo no sabía qué decirle. Entonces, empecé a pensar en cómo podria salir de esa cosa. En ese momento, el ser me dijo:

—No te preocupes, al terminar te llevaremos de vuelta a tu madriguera.

(Me imagino que se refería a mi casa).

El camino de subida se me hizo una eternidad. Él se volvió a dirigir a mí, diciendo:

—Ya casi llegamos.

Al oir esto, yo giré mi cuerpo para ver endonde estaba, y pude ver a varias otras personas (Humanos), acostados inmóviles en lo que parecían ser unas enormes planchas de operaciones, rodeadas por más de estos seres, quienes los observaban, de pies a cabeza. Estas personas estaban desnudas, y estaban cubiertas por lo que parecía ser una especie como de fluido mucoso.

Entonces, el ser con el que venia, me dijo:

—Son los individuos que seleccionamos para la hibridación.

(No sé si ésa sea la palabra, pero me imagino que se refería a crear híbridos).

Entonces pasamos a otro piso, y la luz se detuvo. Un círculo similar al que había en el piso del cual veníamos, se materializó bajo nuestros pies. Él me dijo que lo siguiera, y me llevó a una habitacion al final del corredor.

Al entrar, dijo algo en ese extraño idioma suyo, y las luces se encendieron. En el fondo de la habitacion, se abrió otra puerta, y por ella entraron otros cuatro de estos seres, pero estos llevaban puestos unos trajes: tres de ellos llevaban lo que parecía ser una bata de laboratorio; era blanca y enorme, sin bolsillos a los costados, al contrario de las que usan los doctores. Dos la llevaban cerrada, el otro la tenía abierta del frente.

Él mismo, traía en sus manos lo que parecía ser una de esas tablas con ganchos para sostener los papeles, pero esa tabla no era de madera: parecía ser de algun metal pulido, y en lugar de papeles, tenía botones, muchos botones con extrañas figuras. Ese mismo ser, se dirigio a mí, y me dijo:

—Recuéstate sobre la mesa.

En ese momento, empecé a pensar que moriría en ese mismo lugar. Fue cuando el ser que me habia traído hasta aquí me dijo:

—No te preocupes. Jamás dañaríamos a un hermano.

Al instante, el último de los cuatro seres que había entrado después de nosotros —el cual vestía lo que, a mi parecer, era algo asi como un traje militar de gala (de esos azules que usan los soldados en las ceremonias)—, le dijo al que me había traído:

—Sal de aquí, Keryac —lo escribo así, porque así lo pronunció; no tengo ni idea de como se escriba—. Sólo interferirás con nuestro trabajo.

«Keryac» le obedeció y salió de la sala. Entonces, uno de los seres de bata cerrada, dijo algo en su idioma raro, y una luz cegadora salió del techo. De nuevo me vi paralizado. Ellos empezaron a ver mi cuerpo de pies a cabeza, tomaron medidas, y pesaron cada parte de mi cuerpo. Después tomaron lo que parecía ser uno de esos aparatos que usan los doctores para ver dentro de la garganta o el oido, y me lo pusieron cerca del ojo.

Algo en mis ojos les llamó la atencion, puesto que los tres «cientificos» me examinaron ambos ojos. Luego le hablaron al «militar» en su idioma, y este acudió a revisarme los ojos también. Después, me inyectaron algo en el brazo, y luego empezaron a hablar conmigo. Me preguntaban si no tenía frío o calor, que si me dolía lo que estaban haciendo, o si escuchaba sonidos raros.

Por último, uno de ellos me dijo:

—Tenemos que tomar una muestra de tu ADN. Esto sí te va a doler.

Entonces tomaron un instrumento que parecía unas pinzas enormes. Con ellas sujetaron mi antebrazo derecho a la altura del pecho. Al instante, se escuchó un ruido como si algo estubiera haciendo cortocircuito y arrojara chispas. Pude sentir cómo una corriente eléctrica recorría todo mi brazo. Luego senti un dolor muy agudo que llegaba hasta el hueso.

Al retirarme esa cosa, ellos se sorprendieron, y uno de ellos dijo:

—Su sangre es roja.

Luego, de adentro del instrumento, sacaron un tipo como de probeta y lo pusieron en un tubo que salía de una máquina. Luego, en la pared, apareció un monitor con una imagen de lo que parecía ser una cadena de ADN (asumí que esa cosa era un Analizador y que lo que vi era mi ADN). Ellos se le quedaron viendo por un instante, y luego dijeron:

—Es demasiado humano, no nos sirve.

Al momento, se abrió la puerta que daba al pasillo, y entró Keryac, quien, al parecer, no se separó de ella, y se dirigió al monitor, lo miró detenidamente, y dijo:

—¿Están seguros de que es él?

Y el militar le contestó:

—El mismo «Rildo» —tampoco sé cómo se escribe, sólo escribo la palabra tal y como la escuché— confirmó la ubicación.

Y keryac le contestó:

—Se habrán equivocado de espécimen.

En ese momento, una pantalla se encendió en la pared, y en ella estaba la imagen de otro ser, pero éste era diferente: se parecia a los demás, pero éste tenía una especie de cresta alrededor de la cara (algo así como la membrana que tiene el dinosaurio venenoso que se come al gordito de lentes en la película de Jurasic Park 1), ademas de llevar lo que parecía ser una especie de túnica azul oscura.

Para mi sorpresa, los cinco que estaban en la habitación se arrodillaron, y el ser de la pantalla dijo:

—No se han equivocado, él es el que buscábamos.

Entonces, el militar le contestó:

—¿Está seguro, Mi Señor?

En ese instante, el ser de la pantalla, abrió la membrana alrededor de su cara: se podía ver cómo un líquido oscuro la recorria por dentro, tornándose (la membrana) de amarillo verdoso a rojizo. Entonces, le gritó al militar:

—¿Acaso me estás llamando mentiroso?

El militar sólo inclinó la cabeza, y dijo:

—No, Mi Señor.

Entonces, Keryac se puso de pie y dijo:

—Padre, éste no puede ser mi hermano. Sólo mira su ADN, es demaciado humano para ser incluso de los nuestros.

El ser de la pantalla se le quedó viendo y le contestó:

—No cabe duda de que es él. Yo mismo seguí su desarrollo desde la concepción. Y ademas, ¿Tú que haces en ese planeta, si yo no te autoricé a salir del Palacio?

Keryac volvió a ponerse de rodillas, y dijo:

—Lo siento padre, pero quería ver la primera muda de mi hermano; pero ahora es obvio que eso no pasará.

(En ese momento me imaginé que se referían a una muda de piel, tal y como lo hacen algunos lagartos).

Entonces, el ser de la pantalla, me miró directamente a los ojos. Yo no pude evitar encontrar algo familiar en su mirada, como si hubiera visto sus ojos en algún otro momento. Al dejar de verme a los ojos, él dijo:

—Devuélvanlo a su habitat. Esperaremos un par de ciclos más, y volveremos a hacerle las pruebas.

Entonces, uno de los científicos se dirigió al del monitor, diciendo:

—Mi Señor Rildo, ¿Cree que sea prudente regresar al espécimen despues de lo que acaba de ver y oir?

Entonses, supe que el del monitor era el que supuestamente había confirmado mi ubicacion, el tal «Rildo». «Rildo» volteó su cabeza en dirección al científico que le hablaba y dijo:

—No te preocupes «Parantuc» —igual que con los otros dos nombres, no sé si se escriba asi, sólo escribo tal y como lo escuché—. Tarde o temprano, la piel se caerá.

Yo no sabía a qué se refería. Entonces, el monitor se apagó, y los seres se pusieron de pie. Entonces, el militar volteó su mirada y dijo:

—Deberiamos de matarlo.

Keryac se le quedó viendo, y contesto:

—Ya has oido a mi padre: esperaremos dos siclos y lo examinaremos de nuevo.

A lo que "parantuc" respondió:

—Pero, Príncipe, dejar a un humano asi es muy peligroso, se podría revelar.

Y keryac repondió:

—Nuestra sangre corre por sus venas. Jamás nos traicionará.

Entonces el militar se fue, notablemente enojado.

Keryac me liberó de la mesa (apagó la luz), y me pidió que lo siguiera. En el camino se mantuvo cayado, pero cuando llegamos de nuevo al elevador, me dijo:

—Debes de estar confundido.

Yo permanecí callado por unos segundos, y despues le dije:

—Claro que sí. Al principio, sólo hablaban en su idioma, y ahora sólo hablan en español.

Él soltó una risa casi macabra, y contestó:

—No estamos hablando tu lengua, tú estás hablando la nuestra.

Yo me quedé pasmado por unos segundos y le dije:

—¿Como puede ser posible que hable tu idioma, si ni siquiera lo entiendo?

A lo que el me respondió:

—Lo que te inyectaron en la muñeca es algo así como un traductor instantáneo. Hace que tu cerebro entienda lo que decimos, y que hables en nuestro idioma.

El resto del camino en el elevador, yo permanecí callado, pero cuando llegamos al piso de abajo, le dije:

—¿Qué hacen ustedes en la Tierra?

Él me contesto:

—Prepararnos.

Yo pensé «¿Para qué se preparan» (nótese que en ningún momento abrí la boca cuando pensé esto). Entonces, el dijo:

—Para el final del Ciclo Cósmico. Sabemos que al final de él, la «Confederación de la Luz» vendrá a este planeta.

A mí me extrañó lo que me decía, y me extrañó más cuando supe lo que pasaba (hasta ese momento, yo nunca había oído hablar acerca de la «Confederacion de la Luz»), y antes de que yo dijera algo más el dijo:

—La Confederación de la Luz es una Unión Galáctica formada por varias especies, tanto de esta como de otras galaxias. Pero ellos no son tan «buenos» como dicen ser.

Yo me quedé pensando, y antes de que me diera cuenta, ya estaba a unos tres metros de la ventana de mi cuarto, flotando de nuevo dentro del haz de luz que usaron para llevarme a la nave. Cuando estuve en la cama, un sueño enorme cayó sobre mí. Me quedé dormido casi al instante (nunca supe si fue obra de ellos, o del cansancio).

Por la mañana, al despertar miré en todas direcciones, esperando ver en mi cuarto algo fuera de lugar, algo que me indicara que lo que me pasó la noche anterior, en verdad había pasado; pero todo estaba en su lugar, nada se habia movido. Entonces pensé: «Gracias a dios, sólo fue un sueño. No, no fue un sueño, fue una maldita pesadilla».

Entonces me di un baño, como todas las mañanas, sin notar nada extraño. Al bajar a desayunar, mi madre se me quedó viendo y me dijo:

—Tienes sangre en la mano.

Yo volteé a mi brazo derecho y en efecto, un surco de sangre corría desde el lugar donde me tomaron la muestra hasta el codo, y en el suelo se empezaba a formar un pequeño charco de sangre. Miré hacia atrás y vi un camino entrecortado de gotas de sangre. Entonces supe que lo de anoche había sido real.

Mi madre me miro a los ojos y me dijo:

—Entonces, sí vinieron por ti.

Yo me levanté al instante, fui a mi cuarto, tomé una maleta, la llené con ropa, saqué mis ahorros de la alcancía, y salí de mi casa.

Desde entonces, no he visto a mi madre, ni me acerco a la ciudad en la que nací y viví. Llamo a mi madre de vez en cuando, sólo para decirle que me encuentro bien. Trabajo en cosas pequeñas, sólo para pasar el dia, pero nunca duro más de una semana en un sólo lugar.

Por las tardes, antes del anochecer, siempre busco donde esconderme. Busco un lugar donde pasar la noche. Al principio pensé que cometer un delito menor, sólo para pasar la noche encerrado, era seguro; pero ahora sé que algunos de ellos están incluso en la política. No es seguro ni siquiera tener amigos. A veces no sé en quien confiar. Si te confieso esto, es sólo porque creo que tú no eres uno de ellos, ya que tú los estás desenmascarando en este blog. Dios, en verdad espero que no seas uno de ellos, porque si no, estaré en problemas.

No sé, si las cosas se dan como espero, tal ves podamos conocernos en persona. Por favor, cuenta lo que me pasó: que el mundo sepa lo que está pasando, que estén preparados para el final del Ciclo Galactico. Que sepan que los Mayas estaban en lo correcto, y que sepan que lo que tú piensas, también lo creo yo: los Aztecas pudieron haber sido de ellos, eso explicaría tantos sacrificios humanos.

Con esto me despido de momento, creo que ya he pasado mucho tiempo en un mismo lugar. Me tengo que mover. Si quieres mas detalles, sólo pídemelos, y nos mantendremos en contacto [...]. Hasta pronto.


SEGUNDO MENSAJE

Ayer por la tarde, me di cuenta de que ellos siempre han sabido donde estoy, pero ya no mas. Paso a explicar por qué.

Resulta que ayer (30 de Agosto del 2011), entré a comer a una pequeña fondita. Eran como las 4 de la tarde acá en mexico. Ya había pedido mi platillo. En eso, de la cocina, salio un mesero, y dijo:

—¿Se encuentra aquí un tal ************? —(dijo mi nombre, pero eso quiero mantenerlo en secreto), lo cual me sorprendió, ya que no hacía ni media hora que había llegado a ese pueblo. Me puse a pensar quién seria, si nadie sabia de mi, ni donde estaba.

Me puse de pie, y le dije al mesero:

—Sí, yo soy.

Y él me contestó:

—Tiene una llamada.

Atónito, me dirigí a la cocina. El mesero me indicó donde estaba el teléfono, y lo tomé con cierta duda. Al contestar, escuché una voz algo conocida:

—Tal vez ya no te acuerdas de mí. Soy Keryac, no digas nada. Tengo poco tiempo, así que sólo escucha: los «ELDER» —así me lo dijo él, no tengo ni idea de a qué se refiera—, están tomado decisiones a espaldas de mi padre. Quieren matarte. Yo no lo voy a permitir: tal vez seas humano, pero sigues siendo hijo de mi padre. El mesero que te llamó, es uno de los nuestros. No te preocupes, es un fiel servidor mío, jamás me traicionaría. Él te entregará un estuche metálico. Quiero que lo tomes, y lo lleves a un lugar solitario. Cuando estés seguro de que estás solo y de que nadie te siguió, ábrelo y toma el instrumento que hay dentro, ponlo sobre la zona en tu brazo en donde te pusieron el traductor, y actívalo. Eso será suficiente para deshacerlo.

Para este punto, no pude aguantarme, y le dije:

—¿Deshacer qué?

Él me contestó:

—El Traductor, además de permitir enterdernos, también funciona como rastreador, con un alcance de un millón de «Zenics» —así lo dijo él, no sé que sea, pero me imagino que será una unidad de medida, o algo asi como los kilómetros—. Tienes que quitártelo, de lo contrario, sera muy tarde.

Entonces yo le dije:

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué me ayudas? ¿Que no se supone que eres uno de ellos?

Y me respondió:

—Sí, lo soy, soy un «Anunkae» —me imagino que así le llaman ellos a su especie—, pero tambien soy tu hermano, ademas la «Reina Madre» me pidió que lo hiciera. Tengo su Bendición, y eso es suficiente para mí.

Entonces colgó el telefono. Yo hice lo mismo. Al hacerlo, el mesero que me llamó, se acercó a mí, y me dijo:

—No desaproveche la oportunidad que el Príncipe le brinda.

Me entregó una pequeña caja metálica, y salió por la puerta de atrás. Yo salí tras él, pero al llegar afuera, sólo encontré el delantal que llevaba puesto. No esperé más y me fui del lugar, entré a una calle que estaba cerrada por reparaciones, y seguí mi camino hasta llegar al final de la calle.

Entré en un edificio abandonado. Al asegurarme de que estaba solo, y de que nadie me habia seguido, me dispuse a abrir la caja. Al abrirla, encontré una especie de dispositivo muy raro, un tanto parecido a una pistola con una jeringa en vez de cañón. A un lado de ella, estaba un pequeño tubo de cristal con un líquido verde brillante con pequeñas manchas rojas flotando en su interior. Anexaré un dibujo del contenido del estuche, para que veas mas o menos el artefacto.


Lo tomé y busqué su función: parecía ser una jeringa. Ensamblé el tubo a como creí que debería de ir, y me dispuse a inyectármelo. Tardé como 20 minutos el darme el valor nesesario para hacerlo. Dudaba del contenido de ese tubo, quien sabe qué era.

Cuando al fin lo inyecté en mi brazo, una sensación de frío, recorrió mi brazo por completo. Después, un calor extremo en el área alrededor del lugar donde me lo inyecté. Unos 5 minutos después de inyectarme eso, se me abrió la piel unos 2 cms, y de la herida comenzó a brotar sangre mía, sólo que tenía pequeñas esferas del líquido verde en ella.

De pronto, entre la sangre, pude notar un objeto metálico, muy pequeño, en forma de «T». Supuse que eso era el Traductor del que hablaba Keryac. Lo tomé, lo puse en el piso, y lo destruí con una piedra. Pretendía guardar el estuche, pero al oír el golpe de la piedra, entró un policía a ver qué pasaba, y me tuve que ir sin recoger nada, sólo saqué de allí mi mochila, la cual no me quité en ningún momento desde que sali de la fonda.

No sé qué fue del estuche, ni de su contenido, y aunque hubiera una forma de recuperarlo, no me arriesgaría a ello. De lo que sí me enteré, es que de la herida que me produjo el líquido, me cerró en cuestión de minutos, y sin dejar cicatriz.

Y el día de hoy, por la mañana, subí a un autobus para salir de esa ciudad. No pasó nada raro en el transcurso del viaje, pero al bajar del bus, el chofer me dijo:

—Tu hermano jamás te abandonará.

Lo dijo justo en el momento en que la puerta se cerrara, y el bus continuara su camino.

Varias cosas me dejaron perplejo entre ayer y hoy. En primera, en verdad soy uno de ellos (quisiera pensar que no). En segunda, en verdad Keryac es mi hermano, y en tercera, quien o qué sera la «Reina Madre» que mencionó mi supuesto hermano.

En verdad, no me gustaría despertar una mañana y descubrir que soy uno de ellos, o peor aún, ver mi rostro en un espejo, y ver que mi piel se ha tornado verde y escamosa. Si algo así me pasara, yo creo que terminaría suicidándome.

Bueno, eso es lo que te quería contar. Tal vez sea un tanto increíble, pero fue real. Sólo espero que me creas, y no botes mi historia como sólo una ridicules sin sentido. No pido nada a cambio, sólo comprensión.