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jueves, 8 de marzo de 2012

EL FENÓMENO OVNI SEGÚN JACQUES VALLÉE (2)

Crónicas de otros mundos (Un punto de vista científico sobre el fenómeno OVNI), por Jacques Vallée.
Dimensions: A Casebook of Alien Contact. (1988)

Tavo: Puesto que la interpretación que el Sr. Vallée hace de algunos elementos del fenómeno ovni (especialmente cuando considera el contacto con sus ocupantes como una oportunidad para el hombre y su evolución), no me parece la más acertada, invito al lector a que complemente los datos que aquí van a aportarse con el resto del material que sobre el tema puede encontrarse en Índice Temático.

PRIMERA PARTE
CONTACTO CON OTROS MUNDOS

A menos que uno esté convencido de que el mundo está para siempre restringido a los fenómenos normales ya conocidos por la ciencia, es difícil negar que los testigos han vivido un acontecimiento profundo, inusual e incluso terrorífico que involucra a una forma de inteligencia que aún no hemos reconocido.

No ha sido hasta hace muy poco que se ha establecido un vínculo entre las observaciones modernas de ovnis y algunas de las ideas que han dado nacimiento a nuestro folclore, a nuestras religiones y a nuestras filosofías. De ahí que todavía deban transcurrir muchos años para reconstruir los eslabones de la cadena de las experiencias personales, de las leyendas populares y de las especulaciones teóricas que conectan la visión de Ezequiel en los tiempos bíblicos con los relatos asombrosos, emotivos y frecuentemente terroríficos de nuestros contemporáneos. Es hora de comenzar ese trabajo.

Comencemos por un hecho sencillo: el hombre siempre ha sido consciente de que no está solo. Todas las tradiciones de la humanidad conservan cuidadosamente los relatos de contactos con otras formas de vida y de inteligencia superiores más allá del reino animal. Y lo que aún es más significativo: afirman que estamos rodeados de entidades espirituales que pueden manifestarse físicamente de maneras que no comprendemos.

Elena (supuesta abducida) dice saber cómo resolver la crisis energética gracias a la construcción de un nuevo tipo de motor, ideado tras una experiencia de abducción. Lugar: Lompoc, California, yendo hacia Los Angeles, verano de 1968. En compañía de un grupo de músicos. Ovni ancho como autopista de seis carriles, blanco, bello, sin ruido. Cuatro luces blancas iluminaron aquella madrugada a los cuatro testigos, que “salieron del cuerpo”. No hay recuerdos posteriores. En sesión de hipnosis, Elena recordó más detalles: estuvo en el interior del ovni, y un hombre vestido de blanco le mostró un motor, el que ella se propone construir. Otros testigos –Dave y George- describieron la experiencia como “un momento crucial en su vida”. La construcción de dicho motor se ha convertido en el objetivo final de la vida de Elena. Sin embargo, hay que decir que el motor que quiere construir es absurdo. Nunca funcionará.

En unos documentos japoneses antiguos podemos leer que el 27 de octubre de 1180 fue visto un objeto poco común, luminoso, semejante a una “vasija de arcilla cocida”.
El 24 de septiembre de 1235, el general Kujo Yoritsune se encontraba en Kyoto, Jepang, acampado con su ejército, cuando unos centinelas observaron en el cielo unas fuentes misteriosas de luz que se desplazaban de un lado para otro a gran velocidad. Todo duró hasta el amanecer. El militar ordenó a sus hombres un análisis y un informe, que concluyó que aquel era un fenómeno natural: “Sólo es el viento, que hace que las estrellas se muevan”.

Noviembre de 1896: cientos de personas que viven alrededor de San Francisco ven un ovni alargado, grande, oscuro, con luces reflectoras. En 1897 fue observado un ovni idéntico en el Medio Oeste. En marzo, Robert Hibbard, un granjero cercano a Siux City, Iowa, ve un ovni del que cuelga un ancla, que se engancha a sus ropas y lo arrastra unos 7 u 8 metros.
Estas máquinas son lentas y majestuosas. Visitan Omaha, Milwaukee, Chicago, y otras grandes ciudades, cuyas poblaciones las observan.
En el ‘Chicago Chronicles’ del 13 de abril de 1897 se lee la noticia: “Avistamiento de una aeronave en Iowa”. Vuela a unos 60 metros de altura, aproximadamente a unos 15 km/h, y mide unos 20 metros de largo, con alas, con ruido de motores y los acordes típicos de una orquesta.
En la edición del 28 de abril de 1897 del ‘Houston Daily Post’ se cuenta que en Merkel, Texas, un grupo de personas ve un ovni, y un hombrecillo deslizarse por una cuerda con ancla.

1958. Mujer que conduce autopista en el Estado de Nueva York, cerca de las Cataratas del Niagara, bajo una tormenta de nieve. Allí se le aparece un objeto similar a un avión, de 15 metros de alto, iluminado. El motor del coche se detuvo, y también los faros. “Entonces vi dos formas, con 4 patas, una cola y dos antenas como brazos en la cabeza. En cuestión de segundos, los misteriosos seres desaparecieron de mi vista”. La nave despareció y el coche volvió a funcionar.

21 de abril de 1955. Noche en Kentucky. Una familia ve acercarse a una criatura con las manos levantadas. A unos 6 metros, dos de los testigos le disparan, pero el ser dio un salto y desapareció en la oscuridad. Unos minutos más tarde lo ven a través de una ventana y vuelven a disparar. Otra criatura, que se encontraba en el techo, recibió el impacto de una bala, pero en vez de caer violentamente al suelo, lo hizo lentamente, flotando. Los entes tenían una cabeza grande, casi redonda, y brazos muy largos, con manos con garras. Vestían traje de aluminio brillante. Ojos muy grandes, sin pupila o párpados, a los lados de la cabeza. Caminan a dos patas, pero al ser disparados corren veloces, a cuatro patas.

10 de septiembre de 1954. Quaruble, pueblo francés cerca de Bélgica. 22:30 horas. Marius DeWilde ve una masa sombría sobre la vía del tren y escucha pasos. Enciende su linterna y ve a dos seres vestidos con algo parecido a un traje de submarinista, con grandes cascos. Los dos seres son muy anchos; DeWilde no observa brazos. La altura es de algo más de un metro. El testigo quedó paralizado por una luz que sale de la nave en la que se fueron los entes.

14 de octubre de 1954. En Erchin, Francia. El joven Starovsky ve un ser pequeño, con ojos grandes, oblicuos, y el cuerpo cubierto de piel de animal. El ser lleva un casco marrón, a pesar de lo cual se advierte que la nariz es plana, y los labios gruesos y rojos.

20 de octubre de 1954. Parravici d’Erba, cerca de Como (Italia). Un ente enano paraliza a un testigo con un rayo que lanza desde algo parecido a una antorcha. El testigo, de 37 años, lo observa volando silenciosamente.

12 de octubre de 1963. Eugenio Douglas, entre Monte Maíz e Isla Verde (Argentina), ve un ovni y a tres seres de unos tres metros y medio de altura, peinado raro y algo parecido a una antena. Le disparan un rayo de luz roja que alcanza y quema unos arbustos.

Agosto de 1963. Sagrada Familia (Brasil), ovni y ser delgado de tres metros, casco transparente, ojo en la frente.

Ante observaciones antiguas y contemporáneas: ¿Qué vínculo puede haber entre estas historias? (…) Frecuentemente, el diálogo (entre testigos y tripulantes de ovni) tiene una cualidad absurda de transmitir no un hecho real, sino una verdad superior, simbólica. Y este carácter absurdo se puede aplicar también a los objetos intercambiados con los visitantes.

Incidente vivido por una mujer en el verano de 1968 en Inglaterra. Desde Londres a Stratford en coche, observa un disco brillante en el cielo. Llega a casa de unos amigos, cenan, y observa por la ventana lo siguiente: un humanoide con patas de cabra o perro, piel velluda, sombría y brillante en la oscuridad. El ente la mira sin mover los párpados, con ojos luminosos de color uva verde, sin pupila. Una entidad horrible de aproximadamente medio metro, orejas puntiagudas y hocico largo. Su cuerpo era delgado, y las manos y dedos finos como varillas.

No se trata de una simple serie de incidentes que se pueden explicar como un encuentro con viajeros del espacio que habrían descubierto la Tierra y la habrían explorado por casualidad, o se habrían detenido en ella de paso hacia otro destino. Por el contrario, nos encontramos ante un grupo de manifestaciones que abren las puertas de lo espiritual, que abren el camino hacia una conciencia diferente, y que vienen con acontecimientos irracionales y absurdos (…) Una tecnología que toca las profundidades de la conciencia colectiva, que nos inquieta, nos modela, del mismo modo que posiblemente inquietó y modeló a las civilizaciones humanas de la Antigüedad.

Todo en su comportamiento nos parece calculado para HACERNOS CREER que estos seres extraños y sus máquinas son de origen cósmico.

Planea la leve sospecha de un misterio más grande que nuestra preocupación actual sobre la vida en otros planetas, bastante más profundo que los relatos de luces zigzagueantes: quizá podemos tratar de comprender los efectos que sobre nosotros ejercen estos cuentos, estos mitos, estas leyendas. ¿Qué imágenes se supone que deben transmitirnos? ¿A qué necesidades ocultas responden?

Los que plantean que las apariciones de ovnis son el resultado de experiencias de naturaleza ‘científica’ o incluso ‘supercientífica’, llevadas a cabo por una raza de viajeros del espacio son, a mi entender, VÍCTIMAS DE LA IGNORANCIA del folclore antiguo. Los pedantes, por una reacción común que los psicólogos serían susceptibles de explicar si ellos no fueran las primeras víctimas, han cubierto la creencia en las hadas con el mismo ridículo con el que los otros pedantes cubren hoy el fenómeno ovni (…) En mi opinión, la creencia moderna en los platillos volantes y sus ocupantes es idéntica a la creencia antigua en la Gentry (los míticos ‘los gentiles hombres’ del folclore irlandés). Las entidades descritas como pilotos de las naves no se distinguen de los elfos, silfos y duendes de la Edad Media. A través de las observaciones contemporáneas de los ovnis, nos encontramos DE NUEVO ante una ORGANIZACIÓN que nuestros ancestros conocían muy bien y que algunos han llamado la ‘Organización Secreta’.

Los ocupantes de los ovnis, igual que los elfos de antaño, NO SON EXTRATERRESTRES. Son los habitantes de otra realidad.

No se trata simplemente de cuentos que relatan los encuentros entre humanos y extrañas criaturas celestes. Más bien, se trata de un mito mundial que ha conformado las estructuras de nuestras creencias, nuestras expectativas científicas y nuestra imagen de nosotros mismos.
No empleo aquí la palabra ‘mito’ para representar algo que sea imaginario, sino, por el contrario, algo tan cierto que ejerce influencia sobre los elementos fundamentales de nuestros pensamientos. Ese mito está formado por cuatro componentes:

*Emocional. Que tiene forma de una seducción cósmica, historias de contactados sexuales que frecuentemente parecen chocantes o escandalosos, pero que son parte integrante del conjunto del problema.

*Celeste. Los signos celestes, y los relatos de contacto con ángeles y con criaturas de otros planetas; en otras palabras, explica la intervención exterior en los asuntos humanos. Por precaución, sustituyo aquí la palabra “extraterrestre” por la de “celeste”, más precisa y más práctica debido a los sentidos desafortunados que la primera tiene en nuestra cultura.

*Psíquica. La lógica ordinaria no se aplica a lo paranormal. He inventado la palabra “metalógica” para describir la sustancia de la experiencia que frecuentemente implica observaciones que la lógica considera en apariencia absurda.

*Espiritual. El aspecto más poderoso y más atemorizante del mito ovni: la componente espiritual, que nos ha dado lo que he bautizado como una “morfología de los milagros”. Fátima, en lugar de sentir satisfacción siento miedo mezclado con humildad ante las dimensiones del problema que tratamos de describir con nuestra comprensión humana limitada, con recursos científicos que no han sumergido en los fuegos del mundo subterráneo, ni bendecidos por el rozar de las alas de los arcángeles.

La teoría más atractiva que se ha propuesto es la de los extraterrestres: según esta hipótesis popular, los ovnis serían sondas provenientes de otros planetas. Ahora bien, ésta es INSUFICIENTE para explicar el desarrollo histórico del fenómeno. No se puede juzgar los platillos actuales sin referirse a la aeronave de 1897 o a los otros avistamientos anteriores de objetos similares.

Hablando claro, NO HAY NINGUNA EVIDENCIA DE QUE EL FENÓMENO OVNI SEA UN HECHO EXTRATERRESTRE. Sí parece ser interdimensional y manipulador de realidades físicas fuera de nuestro propio continuo espacio-tiempo.

¿Acaso es razonable establecer un paralelismo entre las apariciones religiosas, la creencia en las hadas, los informes sobre criaturas semejantes a enanos con poderes sobrenaturales, los relatos de aeronaves en los EEUU en el siglo XIX, y las historias actuales de aterrizaje de ovnis? Sostengo enérgicamente que sí es razonable establecer dicho paralelismo, pues los mecanismos que han generado estas distintas creencias son idénticos. Su contexto humano y sus efectos sobre los humanos son constantes. La observación de este mecanismo muy profundo es crucial. Tiene poco que ver con el problema de saber si los ovnis son objetos materiales o no. Tratar de comprender el significado, el objetivo de los llamados “platillos voladores”, es tan fútil como lo era la persecución de las hadas, si uno incurre en el error de confundir apariencia y realidad. El fenómeno tiene rasgos estables, invariables: hemos tratado de identificar algunos de ellos, y de clasificarlos claramente. Pero también hemos tenido que señalar cuidadosamente el carácter cambiante de los aspectos secundarios de las escenas: las formas de los objetos y las apariencias de los ocupantes; y las declaraciones que varían en función del medio ambiente cultural en el que se encuentran situados.

En las historias de aeronaves, como las que vimos en el capítulo 2, una buena cantidad de personajes barbudos desembarcaron en el Medio Oeste o en otras partes, en 1897 para pedir agua, un poco de sulfato de cobre u otras cosas semejantes.
Las historias contadas por los testigos eran verosímiles, aunque un poco asombrosas para los granjeros americanos de la época.
La aeronave correspondía al concepto popular de máquina voladora sofisticada: tenía ruedas, turbinas, alas, y unas luces poderosas. Solamente hay un detalle del cual todavía no hemos hablado: la aeronave si era creíble de 1897, ya no lo es para nosotros ahora. Sabemos muy bien que la invención descrita era incapaz de volar, a menos que su apariencia exterior haya sido concebida para inducir a error a los posibles testigos. Pero, si es así, ¿por qué? ¿Y qué fue? ¿Cuál era el objetivo de tal mistificación?
Quizá la aeronave, como las bromas de las hadas y los platillos voladores, era una invención tan bien combinada que su imagen podría penetrar profundamente en la conciencia humana y ser olvidada, como había olvidado los aterrizajes de ovnis y el aspecto de los seres sobrenaturales de la Edad Media. Pero, entonces, ¿están verdaderamente olvidados? (…) Dominar la imaginación humana es formar el destino colectivo de la Humanidad.

Por el momento, la única conclusión que podemos sacar es que es posible hacer creer a una gran parte de la población en la existencia de razas sobrenaturales, en la posibilidad de máquinas voladoras, en la pluralidad de mundos habitados, ofreciéndole algunas escenas cuidadosamente logradas, cuyos detalles están adaptados a la cultura y a los símbolos de un tiempo y un lugar particular. ¿Los encuentros con las entidades de los ovnis podrían estar concebidos para dominar nuestras creencias? Examinemos su carácter versátil. En los EEUU, aparecen como monstruos de ciencia ficción; en América del Sur son sanguinarias, y siempre están dispuestas a combatir. En Francia se comportan como turistas razonables, cartesianos, pacíficos (…) Los pilotos de las aeronaves tenían personalidades fuertes y poseían todas las características del pionero americano.

1954. Trípoli, Libia. Un granjero observa cómo un objeto ovoide de unos seis metros de largo toma tierra. El testigo advierte la presencia de varios seres en su interior, uno de los cuales atendía un panel de radio –con sus rudimentarios hilos-, mientras otro ponía una rueda en el tren de aterrizaje.

Leyendo el relato del caso del aterrizaje libio, nos vemos tentados a admitir que el granjero, lejos de ser un testigo casual de las maniobras de los visitantes interplanetarios, ha sido deliberadamente expuesto a una escena preparada para que pudiera grabársela y transmitírnosla. De ahí las máscaras de gas, los tableros de mandos, y el aparato de radio con todos sus hilos.

¿Son acaso los ovnis más bien “ventanas” que objetos? Si tenemos NECESIDAD ABSOLUTA DE CREER EN ALGO, entonces basta con afiliarse a uno de los numerosos grupos de gente que pretenden tener todas las respuestas. Lean los libros de Menzel o el Informe Condon, ese bello ejemplo de abuso de confianza científica. O bien, suscríbanse a revistas que prueban que los platillos voladores existen realmente y vienen del espacio. No es para esta gente para quien he escrito este libro, sino para los pocos que pasaron a través de todo esto y han llegado a un nivel más claro y más elevado de percepción, para aquellos que han reconocido las numerosas pesadillas de la historia humana, para los que han comprendido los mecanismos delicados del inconsciente colectivo.

Puede parecer inútil hacer conjeturas respecto a un fenómeno que evidentemente todavía no podemos comprender (…) No es vano tratar a la vez pruebas críticas, sociológicas y materiales con el fin de determinar si los fenómenos descritos por los testigos forman parte de un plan deliberado (…) Se puede suponer que el universo contiene criaturas inteligentes que tienen una organización de la cual no se podría construir ningún modelo sobre la base de los conceptos humanos actuales.

Comportamiento absurdo, como la apariencia de su ridícula nave. Las comunicaciones inducen –premeditadamente- al error. Esta actitud absurda ha tenido como resultado mantener apartados a los hombres de ciencia (…) También sirvió para darle sobreentendidos religiosos y místicos al mito de los platillo.

El mecanismo de las apariciones en los tiempos legendarios, históricos y modernos, es constante y sigue el modelo de los milagros religiosos. Varios casos que llevan el sello oficial de la Iglesia Católica (Fátima, Guadalupe, etc) si uno aplica las definiciones estrictamente, no son, en realidad, más que fenómenos ovni en los cuales la entidad ha dado un mensaje que se relaciona más con las creencias religiosas que con el espacio y la mecánica.

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