En Agosto de 1992, un integrante del Grupo de Trabajo me confirmó que se aprestaban a viajar a Victoria: "Fondearemos el lecho de la Laguna del Pescado con un sonar No digas nada, pero la sospecha es que allí existe una base de OVNIs" Por una casualidad que otro en mi lugar hubiera llamado sincronicidad, Claudio González, del periódico local Prensa Libre, me había invitado a dar una conferencia en Victoria ese mismo fin de semana. No podía imaginar que entre el ralo público que me oía hablar sobre las entonces populares "sectas platillistas", había varios integrantes del grupo del CITEFA. Algunos roncaron durante toda la charla y otros, a su término, se acercaron a saludarme. Así, supe que estaban especialmente interesados en un caso de aterrizaje con huellas (del cual ya habían tomado vaciados de yeso y cuyo trazado habían analizado mediante un simulador computarizado) y en el relato de un isleño que aseguraba haber protagonizado un encuentro de la tercera fase. Su relato, como el vino, mejoraba con el tiempo. "Lástima que en las primeras entrevistas olvidó mencionar lo de los humanoides", diría luego un integrante del grupo.
Allí admitieron que pensaban fondear la Laguna frente a la cual se concentraban las miradas de testigos, ufólogos y turistas curiosos. Si bien pensé para mí que la aventura era un tanto excéntrica, les pedí que me permitieran acompañarlos. No hubo modo de convencerlos. Por si debían irse con las manos vacías, le obsequié al geólogo del grupo una rara piedra negra que me había entregado un contactado victoriense. Según éste, se trataba de "un presente de los hermanos del espacio". El científico, demostrando una amplitud de criterios más generosa que la mía, me prometió que se ocuparía de analizarla. Ya en Buenos Aires, me confió que bajo el espejo de agua no hallaron nada del otro mundo. Y en cuanto al recuerdo del que se había desprendido el contactado, añadió que era "un cascote común en las sierras de Córdoba", prueba palpable de que el cerro Uritorco había comenzado a exportar su materia prima.