Si queremos habitar paisajes inhóspitos como el de Marte y soportar la radiación cósmica, tendremos que alterar nuestros cuerpos genéticamente, consideran expertos
La repulsión natural a los cultivos genéticamente modificados que se manifiesta en muchas partes de nuestro planeta no aplica del todo en un lugar donde no existe un ecosistema propiamente dicho, como podría ser Marte.
Visitar el planeta rojo presenta un enorme riesgo a la salud de un terrícola ya que su atmósfera es 100 veces menos densa, lo cual significa que un hipotético habitante tendría que lidiar con una dosis letal de radiación. Integrantes de una misión a Marte de entre 18 y 30 meses enfrentarían un elevado riesgo de contraer cáncer, degradación del tejido, pérdida de la densidad ósea, daño cerebral y otros peligros para la salud. Evidentemente, el hecho de que los humanos no evolucionaron en el medio ambiente marciano nos hace poco aptos para el mismo.
Pero, ¿por qué permitir que esta inhospitalidad acabe con nuestros sueños de ciencia ficción: ese casi destino manifiesto de nuestra imaginación de poblar el desierto rojo de Marte? Una posibilidad, sugiere Tim Cavanaugh, columinsta de la revista Reason, es la modificación genética del ser humano para aumentar su capacidad de sobrevivir altas dosis de radiación. Es decir, habría que “cultivar” humanos en la Tierra para que se puedan preadaptar a Marte. “Un futuro para los humanos en Marte requiere que libremos un obstáculo conceptual, aceptar que la forma humana no es la norma, el ideal o incluso el molde. Es como la vida inteligente se adaptó, con muchas ineficiencias, a un lugar particular”.
Peter H. Diamandis, CEO de la Fundación X prize, considera que estamos ya en posición de desarrollar genéticamente cepas de bacterias y algas capaces de vivir en Marte. Algo que nos hace pensar en la posibilidad de que alguna civilización, quizás incluso alguna previamenente en Marte, hizo algo similar con nosotros.