SANTA CRUZ DE TENERIFE, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) acaba de publicar en 'The Astrophysical Journal Letters' la primera evidencia de la posible existencia de C24, una molécula plana bidimensional de un átomo de grosor, un posible "trocito de grafeno" en el espacio.
Según informa el IAC en un comunicado, para una confirmación definitiva del hallazgo "habría que obtener espectros de laboratorio de C24, lo que resulta casi imposible con las técnicas actuales". "Creo que nuestro trabajo animará a los expertos de laboratorio a desarrollar nuevas técnicas que permitan caracterizar ésta y otras moléculas, e incluso otras formas del carbono que podrían estar presentes en el espacio, como los nanotubos, los nanodiamantes, las cebollas de carbono, etc.", señala el director de la investigación, el astrofísico Domingo Aníbal García Hernández.
Por su alta conductividad térmica y eléctrica, el grafeno tiene prometedoras aplicaciones tecnológicas, como la fabricación de nuevos materiales y dispositivos electrónicos avanzados --ordenadores más rápidos que los que portan transistores de silicio, pantallas de dispositivos electrónicos, paneles solares...--. Al ser transparente y poder desarrollar a partir de él materiales 200 veces más resistentes que el acero, las expectativas sobre el grafeno como el material del futuro no han dejado de crecer, según el IAC.
En este estudio, los astrofísicos detectaron además grandes cantidades de fulerenos C60 y C70 en diez nebulosas planetarias de dos galaxias cercanas a la Vía Láctea, las Nubes de Magallanes. El equipo internacional, que trabajó con el telescopio Spitzer de la NASA, ha logrado la primera detección extragaláctica del fulereno C70.
Los fulerenos están compuestos por átomos de carbono ordenados en estructuras esféricas tridimensionales. Sus patrones alternativos de hexágonos y pentágonos coinciden con el diseño de una típica pelota de fútbol blanca y negra, en el caso de los fulerenos C60, y de un balón de rugby, en el caso de los fulerenos C70.
Según el IAC, recibieron su nombre porque recuerdan a las cúpulas geodésicas del arquitecto Buckminster Fuller, que tienen círculos entrelazados en la superficie de una esfera parcial.
García Hernández explica qué implicaciones tiene la detección de estas moléculas: "La presencia de moléculas tan complejas como los grafenos y los fulerenos en el espacio, alrededor de estrellas como nuestro Sol cuando son viejas, indica que los procesos físicos básicos para originar vida podrían ser más comunes de lo que creíamos, lo que sugiere que podría crearse vida en cualquier rincón del universo".
Los fulerenos podrían actuar como jaulas para otras moléculas y átomos, de modo que podrían haber llevado sustancias hasta la Tierra que habrían impulsado el comienzo de la vida. Las evidencias de esta teoría proceden del hecho de que estas moléculas han sido encontradas en meteoritos portando gases extraterrestres.
RESPUESTAS
El equipo de astrofísicos aporta con este trabajo la explicación más probable sobre cómo se generan los fulerenos y grafenos. "Estas moléculas complejas se formarían a partir de la destrucción por choques de los granos de carbono amorfo hidrogenados (HACs), que son muy abundantes en las envolturas de estas estrellas agonizantes", dice el astrofísico del IAC.
En la observación que se había hecho de los fulerenos hasta la realización de este estudio, se creía que estas moléculas emitían luz excitadas por los fotones procedentes de la estrella central de la nebulosa planetaria. Con este nuevo trabajo, los científicos han descubierto que esta luz procede de la colisión de los constituyentes mas externos de los HACs, que podrían estar deshidrogenados como paso previo para la formación en la superficie de los granos de moléculas complejas de carbono, como los grafenos y los diferentes tipos de fulerenos observados.
No es la primera vez que este equipo pone en entredicho las teorías aceptadas en la actualidad acerca de este tipo de moléculas. Con sus últimos trabajos han demostrado que, en contra de lo que se creía, fulerenos y grafenos se forman en entornos ricos en hidrógeno, alrededor de estrellas moribundas con un tamaño similar al Sol.
GRUPO GABIE