Científicos han descubierto una supernova situada a 21 millones de años luz de la Tierra, la más cercana vista en los últimos años, solo unas horas después de su violenta explosión. El hallazgo supone una rareza, ya que no es fácil detectar estas estrellas en una fase tan temprana de su vida ni tan cerca de nuestro planeta. Ahora mismo, científicos de todo el mundo se afanan por observar el fenómeno con distintos grandes telescopios terrestres o con el espacial Hubble, que fue activado para seguir el fenómeno de forma urgente.
«Hemos pillado la supernova antes de lo que jamás logramos», afirma Andy Howell, científico de la red global de telescopios de Las Cumbres y profesor de física en la Universidad de California en Santa Bárbara. «El martes (22 de agosto) no estaba allí y, de repente, el miércoles. ¡Boom! Tan pronto como vi la imagen sabía que estábamos ante algo grande», comenta entusiasmado.
La supernova, llamada PTF 11kly, se produjo en la Galaxia del Molinete, ubicada en la Osa Mayor. Las supernovas como ésta alcanzan un brillo de más de mil millones de soles, unos destellos de luz intensísimos que duran alrededor de tres semanas después de la explosión, ya que el proceso crea elementos radiactivos que emiten luz. Por lo general, no se pueden ver muy pronto tras el estallido, porque entonces son demasiado débiles. Sin embargo, la relativa cercanía a la Tierra de este fenómeno permitió realizar observaciones sin precedentes. Además, el uso de telescopio robóticos facilitó el trabajo a los científicos.
«PTF 11kly es cada vez más brillante a cada minuto», ha dicho Peter Nugent, del Laboratorio de Berkeley, que vio por primera vez la supernova. El brillo de la supernova puede durar desde varias semanas a varios meses. Después, decrece y desaparece.
Estrellas «zombies»
El descubrimiento puede ayudar a arrojar luz sobre otros fenómenos astrofísicos, ya que las supernovas tipo Ia como ésta, aquellas que forman parte de un sistema binario y tienen una estrella compañera, son utilizadas por los científicos para medir la expansión del universo. Al ver una tan cerca, «podemos estudiar estos eventos con un detalle sin precedentes», explica Mark Sullivan, de la Universidad de Oxford. También permite echar un raro vistazo a las capas externas de la supernova, que contienen información sobre qué tipo de estrella explotó. «Estamos encontrando pistas para resolver el misterio del origen de estas supernovas, que nos ha desconcertado durante 70 años», dice Howell, quien llama a las estrellas que explotan como supernovas tipo Ia «estrellas zombies» porque están muertas, pero vuelven a la vida chupando materia de su estrella compañera.
Las tipo Ia suelen ser estrellas enanas blancas, en lo que se convertirá el Sol al final de su vida. «Tendrá la masa del Sol embutida en el tamaño de la Tierra».
La relativa cercanía de esta supernova permitirá incluso que los astrónomos aficionados puedan verla durante las próximas semanas . El mejor momento, en el hemisferio norte, será durante el crepúsculo dentro de una semana. Será necesario un cielo oscuro y un telescopio, aunque también servirá un buen par de binoculares. La última vez que una supernova de este tipo explotó cerca de la Tierra fue en 1986, pero su señal llegó muy débil, oscurecida por el polvo.