La mayoría de las galaxias en el universo, incluyendo nuestra propia Vía Láctea, albergan agujeros negros supermasivos que varían en masa entre un millón y 10.000 millones de veces la de nuestro sol. Para encontrarlos, los astrónomos buscan la enorme cantidad de radiación emitida por el gas que cae en estos objetos durante el tiempo que el agujero negro se "activa", es decir, consumiendo materia. Este gas se cree que es el medio por el cual crecen los agujeros negros.
Ahora, un equipo de astrónomos de la Universidad de Tel Aviv, entre ellos el profesor Hagai Hetzer, ha determinado que la primera era de rápido crecimiento de los agujeros negros más masivo se produjo cuando el universo tenía sólo alrededor de 1.200 millones de años - no de dos hasta cuatro mil millones años de edad, como se creía anteriormente -.
Los resultados se comunicarán en un nuevo artículo que pronto aparecerá en Astrophysical Journal, informa la Universidad de Tel Aviv.
La nueva investigación se basa en observaciones con algunos de los mayores telescopios terrestres en el mundo: "Gemini Norte" en la cima del Mauna Kea en Hawaii, y el "Very Large Array Telescope" en el Cerro Paranal en Chile. Los datos obtenidos con la instrumentación avanzada de estos telescopios muestran que los agujeros negros que se activaron cuando el universo tenía 1.200 millones de años son cerca de diez veces más pequeños que los agujeros más masivos registrados posteriormente.
Sin embargo, están creciendo mucho más rápido. La tasa de crecimiento medido permitió a los investigadores estimar lo que sucedió con estos objetos mucho antes, así como mucho tiempo después. El equipo descubrió que su proceso de crecimiento se inició cuando el universo tenía sólo varios cientos de millones de años, con masas de solo 100-1000 veces la del sol. Tales agujeros negros pueden estar relacionados con las primeras estrellas en el universo. También encontraron que el período de crecimiento posterior de los objetos observados, después de los primeros 1200 millones años, duró solamente 100-200 millones de años.
El nuevo estudio es la culminación de un proyecto de siete años de duración en la Universidad de Tel Aviv diseñado para seguir la evolución de los agujeros negros más masivos y compararlos con la evolución de las galaxias en los que estos objetos residen.